jueves, 21 de octubre de 2010

Cubo

Imagino un cubo. Adentro del cubo estoy yo, plegada como un bichito bolita, con las piernas sobre el pecho y los brazos a su alrededor. La cabeza entre las piernas, no se deja ver. El máximo movimiento que puedo hacer es poner los brazos al costado del cuerpo y levantar la cabeza que roza con la cara superior del cubo.

El cubo esta oscuro y se hace cada vez más difícil respirar.
Pienso en cuanto tiempo queda y en cuanto tiempo pasó. Pienso en el tiempo inmóvil dentro de esa caja, tiempo oscuro y atrapado. Pienso en que me metí en el cubo con total libertad. Pienso que me encerré por mis propios medios. Y por mis propios medios, puedo salir.

Pienso.

Dejo de pensar y comienzo a prestarle atención al cuerpo. Tieso, duro, y frío. Los puños bien cerrados y los músculos tensos. Me concentro de la respiración pero de nada sirve.

Tengo que salir.

Comienzo con pequeños golpes en las caras laterales. Despacito, como un juego. Luego mas fuerte y mas seguido y escucho algo resquebrajarse. Veo un haz de luz a través de la grieta y golpeo con más intensidad. Esa luz es la que quiero, es mi luz. Rompo todo lo que hay a mi alrededor, rompo el molde, la coraza, el techo y el piso. Destrozo en miles de pedazos el cubo que me guardó segura y lejana.

Estoy fuera rodeada de montón de pedazos de cartón. La luz me enceguece y el cuerpo se incorpora.

Camino.

Sea, libertad, sea.

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