lunes, 15 de junio de 2015

Tengo que practicar esta vida un poco

Ayer Domingo me levanté con el despertador (siempre), un sol que iluminaba mi casita (que es lo mismo que decir mi cuartococina) y una alegría distinta porque mi amigo Juan me había reservado una entrada para ir a ver a las 14:00 la obra argentino – croata “Mi hijo sólo camina un poco mas lento” de Ivor Martinic, dirigida por Guillermo Cacace en Apacheta Teatro. No sabía con que me iba a encontrar; iba con muchas recomendaciones y con el dato de que las entradas estaban agotadas hasta Septiembre. El pronóstico era favorable, cielo despejado, leves vientos del sector sur y muchas probabilidades de llanto en platea.
    Llegué muy sobre la hora, ya estamos empezando me dijo bajito la chica que me cobró la entrada. Subí corriendo las escaleras hasta ver a los actores ya en la sala esperando arrancar y entre ellos los ojitos sonrientes de Juan que me agradecieron tintineantes el estar ahí. 
    Desde el primer momento la obra te sumerge en el mundo de esa familia, de esa historia cotidiana, de esos vinculos de raíz, tan bien logrados, anclados, sensibles. Las actuaciones interpelan y absorben, obligan a formar parte de esos once en escena que somos todos: madres, padres, hijos, hermanos, abuelos, nietos. Las lágrimas y sollozos del público revelan su fragilidad, puesta sobre el tapete de Pasco 632. Sensibilidad en estado puro reflejada a través de actuaciones poderosas y una dirección de una tenacidad pocas veces transitada en el mundo de las familias disfuncionales (¿qué familia no lo es?)
    Finalizó la obra y los pañuelitos descartables desbordaban mis manos y las lágrimas dejaban surcos húmedos en mi cara. Bajé las gradas y esperé a Juan a un costado, intentando contener para no volcar toda mi emoción sobre su hombro. Se me acercó, miré sus ojos verdes de hijo y lo abracé. Gracias.


Mi hijo sólo camina un poco más lento
/ Texto: Ivor Martinic / Traducción: Nikolina Zidek / Elenco: Juan Tupac Soler, Paula Fernández Mbarak, Antonio Bax, Romina Padoan, Elsa Bloise, Luis Blanco, Clarisa Korovsky, Aldo Alessandrini, Gonzalo San Milan y Pilar Boyle / Asistente de dirección y actor a cargo de las didascalias: Juan Andrés Romanazzi / Escenografía y vestuario: Alberto Albelda / Diseño de luces: David Seldes / Dirección: Guillermo Cacace / Sala: Estudio Apacheta( Pasco 623) / Funciones: sábado, a las 16 30 y domingo, a las 11 30 y 14 horas.


 

miércoles, 10 de agosto de 2011

Actor consagrado



De los Pells a Hamlet con pashmina. 

Padres I

Muchas veces me jacto de que mis padres no son super héroes.
Me gustaría que de todas formas intentaran serlo.

Uno del 2008


Quiero verte y me resulta extraño,
Pues, ya veras, soy nueva en este juego,
De seres extraños y versos sin sentido.
No comprendo, entonces, el sentido de 
sentirte y la necesidad de necesitarte.
Quiero quererte, pero la razon del deseo
Encuentra su fin en cuanto te encuentro.
Sos el placer donde todos los sentidos 
Convergen, pero quien dice que yo se 
Verte e interpretarte si apenas son pocos los
Amaneceres que nos encontraron. 
Sos, eras o seras. Sos lo que me hace 
Temblar, y con eso basta. Un sinfin de
Vibraciones. Aunque, sigo sin conocerte,
Al menos integro. Creo yo, de todas 
Formas, que eso no hace a mis ambiciosas
Ganas de tenerte, y susurrarte lo mucho
Que me intriga cantarte mio e ir
Descubriendo de a poco, la indudable enormidad
De tu ser. 

domingo, 10 de julio de 2011

Invierno – Winter- Hiver- Inverno : cómo disfrutarlo


Abrazar y dejarse abrazar: los cuerpos en invierno necesitan calor.


Reírse en demasía: que duelan los abdominales y que salten las lágrimas.


Drogarse con buen cine y buen teatro: que el tiempo se detenga por unas horas.


Hallarse en el propio hogar: apropiarse de un sector de la casa para pasar largos ratos.


Leer hasta el cansancio: abrazar la lectura en un baño de inmersión, en un sillón o en una cama calentita.


Ingerir infusiones varias: disfrutar de un buen submarino.


Absorber el sol de invierno: caminar por las veredas y las plazas.


(Re)Descubrir las bibliotecas: calefacción, silencio y libros por doquier.


Hacerle honor a la comida energética invernal: sopa, lentejas, locro, pastel de papa.


Animarse a los amores de invierno: a la cucharita y a los píes entrelazados.

jueves, 7 de julio de 2011

Masoquismo

Si alguna vez te ibas a ir de vacaciones a París con alguien que no es mas tu novio, no vayas a ver la nueva de Woody Allen.
Y si lo haces, comete dos churros con dulce de leche después.

domingo, 3 de julio de 2011

El poder del condicional

Lo que pudiéramos haber sido, lo que pudiera habernos pasado, lo que pudiéramos haber dicho nos cagan la vida.  Nos arrancan de la realidad y nos anclan a un pasado que nunca ocurrió, inexistente, producto de nuestra imaginación. Condicionan de forma cercana a nuestro presente, como un fantasma al asecho que nos obliga a aferrarnos a algo que nunca sucedió y a evitar lo que realmente ocurre y seguir con los huesos duros y enojados, con los músculos tiesos y fríos y con los nervios crispados y memoriosos. Los condicionales debilitan, nos debilitan

Julio, lo que podría haber pasado
Un día como hoy, estaría rodeada de sus abrazos y besos de calor, caminando por quién sabe qué ciudad, de la mano, pensando que estoy viviendo un sueño y con el corazón haciendo tactactactac, parando en alguna esquina épica para abrazarlo y mirarlo y apantallarme con algún mapa. Frenaríamos a tomar una cerveza en un barcito escondido y charlaríamos de ese libro y nos acariciaríamos y seguiríamos caminando hasta que la noche nos sorprenda en una cama de un hotel barato en las afueras. Me levantaría con su mano sobre mi cintura y saldríamos a comenzar el día que nos encontrará besándonos bajo alguna farola de película.

Julio, lo que pasa
Un día como hoy, me levanto a las once de la mañana, con dolor de cabeza y mucho frío. Las tres frazadas están en el piso; con razón. ¿Con que habré soñado? En la mesita de luz hay dos tazas de café, carilinas, el control del caloventor, dioxaflex, chocolates y un libro de Orwell. Estoy en mi bunker y nadie me va a sacar de acá. Repaso la agenda mental del día. Vacía. Me levanto y me duele el cuerpo, uno por uno los huesos se quejan. Abro la ventana y veo que está celeste, preferiría la lluvia, lluvia fría de invierno para quedarme en la cama sin remordimientos. Bajo y como unos cereales y leo el diario. Vuelvo a la cama.

Julio, lo que pasará
No van a existir ni Madrid, ni Praga, ni Berlín. No van a existir. Nunca existieron ni existirán. Van a existir el café bien caliente, los árboles desnudos, las bufandas, los bares con calefacción, los gorros, las caminatas con las manos en los bolsillos, las narices frías, el teatro, los abrazos acolchonados, las charlas con amigas y la cama para acurrucarse. Y la gotita que dicen que cuanto más fría, pega más.

Nada mal.