miércoles, 8 de septiembre de 2010

Miércoles

De pronto me encontré tiesa, como la ratita que describe el libro "Agosto" , inmóvil, con la cabeza colgando. Las gotitas de agua fría que caían del pelo hacían tin tin sobre la bañadera y mi cuerpo seco , sentado en el borde, estaba frío como los azulejos que me rodeaban.
Pense en lo ridícula que se vería mi imagen  si alguien irrumpía en el baño, pero no me quise mover. Mi columna encorvada , el pelo mojado en caída y las palmas de mis manos apoyadas sobre mis rodillas. Pensé también en el termotanque que decidió dejarme sin agua  ese día, pensé en cuánto mi cuerpo necesitaba un baño caliente y cuánto mi corazón necesitaba un paño frío o esos hielatodos que se colocan en las viandas para el colegio o las heladeritas para la playa.

Ah, la playa, pensé, una caminata sobre la arena rozando  mis pies. La arena caliente, la orilla y el mar frío y de pronto las gotas del pelo cayendo sobre mi espalda...pero no logré encontrar las fuerzas para erguirme y pararme de una vez.

Será cuestión de tiempo.

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