viernes, 30 de abril de 2010

E! True Hollywood Story: El petiso garca

Esta es la historia de un tipo realmente detestable de quien no revelaré identidad para evitar coincidencias del estilo eltiodelamigodelcuñadodemiprimo que siempre me persiguen y me hacen quedar mal.

Trabajamos juntos pero no somos compañeros y mucho menos amigos. El petiso garca y yo solamente compartimos un lugar de trabajo. No tenemos mucho trato pero, el poco que tenemos, me da piel de gallina y saca lo peor de mi.

Este hombre ronda sus 40 y pico, tiene un bigote del estilo de Aníbal Fernández y el pelo que parece pasto recién cortado, decorado con excesivas cantidades de gel. El petiso garca usa remera negra con traje o jean de antaño con remera adentro bien ajustada. Saluda con un beso pegajoso con todos los labios y está rodeado por una nube de humo de cigarrillo y olor a café de máquina.

La característica más destacable de este ser es que es bien pero bien garca. Siempre, pase lo que pase, te va a querer cagar. Quiere llegar primero, quedar mejor, o ser más rápido y va a tratar por aire, tierra y agua, de librarse de toda responsabilidad.

Con su sonrisa irónica de dientes de fumador excesivo, delega todas sus funciones laborales a los demás. Su habilidad especial es buscar gente que haga las cosas por y para él y casi siempre se sale con la suya. Pide las cosas con por favor, gracias y de nada en forma exagerada alargando las vocales (graaaaaaaaaacias)  y usa frases armadas como no quiero pecar de imprudente o discúlpame por la intromisión. Tiene la costumbre de utilizar diminutivos en absolutamente todas las palabras. Por favor negrita, me reservas una salita para la reunioncita de las 4. Dale petiso, sos maestra de jardín de infantes ahora? No te soporto.

(Clave: cuando alguien pregunta algo usando diminutivos en grandes cantidades, siempre te va a pedir algo que no debe . Ergo, te va a querer cagar)
Es ventajero y muy astuto; pero no tiene nada de boludo. Tiene amigos en puestos claves que le salvan las papas de vez en cuando pero también sembró gente que se enconde cada vez que aparece.
Pero yo no.
Directamente no te atiendo el teléfono o te digo que estoy ocupada.
Porque soy siempre la primera candidata a la que le querés encajar algo porque soy 20 años mas pendeja que vos.
Y sabes que, petiso garca, conmigo no. Ya te tengo fichadisimo.
Te devuelvo la sonrisita y te digo que no.

Anda a saltar la soga, petiso.

viernes, 23 de abril de 2010

Se va, se va, se fue

Te acurrucas y cerras los ojos. Escondes la cabeza entre las piernas las envolves con tus brazos . Te concentras en la respiración, ese aire que viaja hacia los pulmones y ensancha tus costillas, pero no hay forma. Todavía te cuesta respirar. Te acordas lo lindo que era que el aire fluya sin esfuerzo y te llene de energía. Hace ya un tiempo que lo sentís ajeno.

Estas en un nivel intermedio entre lo mundano y lo onírico; si te llegas a levantar no caminas, flotas, y rara vez pisas tierra firme. Estas pero al mismo tiempo no y no ves salida al encierro en que estas metida. Estas ahogada y escondida. No estás.

Y de pronto lo sentís. Un escalofrío te recorre el cuerpo y es esa mano que te toca la espalda y te ofrece un poco de alegría. Te cuesta aceptarlo, te cuesta mirarlo; no podes tomar ese sentimiento por las astas y comenzar a avanzar. Hasta que de pronto te ofrecen cariño verdadero , das la mano y el aire se vuelve menos espeso. Caminas por la cuerda floja con vértigo y los ojos cerrados. Sentís la tierra debajo de tus pies y con seguridad avanzas varios casilleros . Te das cuenta que no estás sola, que caminas con alguien y el paso se aliviana. Te permitís sonreír y sentirte bien.

Y así, como quien no quiere la cosa, caes en la cuenta avanzaste más de lo que jamás hubieras pensado y aquel rincón oscuro quedó en el olvido.
Se fue.

Dedicado a mi amiga Miranda, que se lo merece más que nadie.

lunes, 12 de abril de 2010

Cosa de viernes

Llega el viernes y tus amigas y vos dicen, dale vamos a bailar, vamos al boliche, que hace años que no lo pisamos. Dudan varias veces antes de decirlo y muchas más antes de aceptar la propuesta. Pero el espíritu quinceañero las puede y decís, si somos jóvenes, bonitas y esbeltas, estamos en la plenitud de la edad. Dale,hagamos un “pre” y después al boliche. Juguemos al yo nunca, alguien tiene cartas? Ceden todas juntas, hacen el pacto y deciden enfrentar el desafío y pasar una noche “ como las de antes”.

Primero se juntan todas en la casa de alguna, tantean el ambiente, las pilas y , si las ganas y la emoción siguen en pie, encaran a lo de algún masculino como parada previa al boliche. Y, en el momento de decidir a donde ir, vos no opinas, porque para vos los boliches son cosas de antaño y de dinosaurios y entonces te sumas a una propuesta grupal de ir a un conocido boliche de la costanera norte. Tu nivel de alcohol es bajo muy bajo y entonces tratas de entusiasmarte con el del resto que, para el caso, es muy elevado. Llegas a la puerta y ves multitud reunida en torno a la puerta y hay viento y tenes frío y sabes que te la tenés que bancar porque ya estas ahi y tenés que formar parte de esa masa gritona para lograr a bailar unos reggaetones. Tus amigas y vos deciden sumergirse en el trajín pero se dan cuenta que no conocen ni a medio relaciones públicas y no son de esas que le hacen ojitos al patova para entrar; se dan cuenta que están fuera del circuito, fuera del sistema bolichero. Algunas de tus amigas se violentan, otras se enojan y se van, otras no entienden nada y vos, ahí paradita, decidís no abandonar el barco. Y le pones pilas, insistis, bardeas, jodes. Pero te das cuenta que es imposible, que si no conoces a Pepito Perez y no sos super glam no sos nadie y no vas a entrar al boliche bailable. Y en ese preciso instante te das cuenta que sinceramente te importa un carajo no entrar y agarras al resto y taxi! a un conocido local de comida rápida.

Nada mejor que una buena charla y  lluvia de papas con mucho ketchup y mayonesa para culminar la noche.

jueves, 8 de abril de 2010

La historia que pudo ser

En mis épocas de estudiante de Medicina iba a estudiar muy seguido a un barcito en Plaza Armenia. Café con leche o una coca y a leer. Me pasaba horas leyendo, subrayando, memorizando con todas las hojas esparcidas por la mesa. Además de ser un lugar lindo y tranquilo para mis quehaceres estudiantiles, tenía el valor agregado de uno de los  mozos que era muy pero muy atractivo. Contrario a lo que se espera de los mozos de Palermo Soho, era un macho bien argentino, rudo y peladito ( para los entendidos: un Alex Karev argento). Nunca atendía mi mesa; yo me sentaba en el fondo donde había más luz y menos ruido y el atendía las de adelante. Pero no importaba. No me interesaba hablar con el, ya con mirarlo era suficiente. Cuando iba a caminar por el barrio y no tenía la necesidad de parar a tomar algo, chusmeaba por la ventana a ver si estaba. Y, si lo veía, generalmente entraba para tomar una coca rápida, mirarlo, imaginar una vida juntos e irme.
Un día decido juntarme con un ex para charlar después de un tiempo ( tema en el cual no voy a ahondar). Nos encontramos en la esquina del bar y al momento de decidir a donde ir mi inconsciente traicionero nos llevo hasta ahí. Juropordios que no quería ir ahí! Lo menos que quería hacer es que mi mozo me viera con otro. Me di cuenta recién estando en la puerta y ya no podía echarme atrás. Valiente, cruce la puerta del bar, lo miré y enseguida corrí la mirada. En mi película, yo lo estaba traicionando y, lo peor de todo, con un ex. Decidí sentarme de espaldas a el para no mirarlo y para no ver su supuesta mirada de desaprobación y decepción. Tomamos un café cortito, charlamos lo que teníamos que charlar y mi fehaciente ex y yo, nos fuimos.
Claramente, quedé pensando en él. ¿Le habrá llamado la atención de pronto verme con un flaco? ¿ Le habrá llamado la atención verme? ¿ Alguna vez me habrá mirado siquiera? Al día siguiente decidí aventurarme una vez más al bar y hablarle por primera vez. Pero ¿Cómo? ¿Con qué excusa barata iba yo a encararlo a el? ¿Qué le iba a decir?
Insania en la espalda y cara de póker impresa fui hacia el bar y vi que estaba en la caja. Me acerqué, lentamente y con cara de preocupación de actriz de primera línea. Me miró con cara de buena onda, me preguntó cómo estaba y qué me traía por ahí. Le comenté que había estado tomando algo ahí el día anterior y que creía haberme olvidado un libro. Obviamente, ese dato era totalmente falso; él no sabía que yo no traía un libro conmigo y yo sabía perfectamente su ubicación en la biblioteca de casa. Le aclaré sutilmente como si fuera necesario que ese hombre ya no tenía ningún vinculo conmigo, cómo me llamaba y me ofreció volver en un par de días a ver si aparecía.
Dicho y hecho a los dos días, estaba paradita en la puerta del bar como una nena que entra al colegio por primera vez. Estaba nerviosa, me preguntaba si este NN y yo íbamos a mantener una conversación, si íbamos a tomar un café a su salida y si iba a ser el comienzo de una linda historia. Suspiré, entré y me lleve la sorpresa del año. No estaba. No estaban ahí sus ojos claros y su remera negra. Mucho menos su sonrisa sutil. Pregunté por él, mas no por mi libro, y me contaron que había renunciado el día anterior.

Podríamos haber formado una linda pareja.

Es jueves y esta bueno

Esta bueno porque dormí 5 horas y llegué tarde a trabajar. Esta bueno porque me quedé hasta la 1 preparando una clase sobre un reloj despertador con sensores y patitas y me volví a casa con un taxista que al bajarme me despidió con “ felices pascuas”. Esta bueno porque mi jefe está de viaje y los buitres no merodean mi escritorio con sobornos para que le pase mensajes. Esta bueno porque caigo en la cuenta que no tengo tiempo ni para limarme las uñas pero que Julieta Venegas me pone de buen humor . Esta bueno porque mi futuro laboral es un enigma y no me importa. Esta bueno porque hoy tampoco vuelvo a casa hasta antes de las 12 y tengo un largo día adelante mío. Esta bueno, porque decido parar un ratito, mirar el río a la derecha y relajarme.